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Cultura
22 Ago 2015

Tony Balver y el secreto del "maravilloso arte de la música"

Por: Gabriel Colonna, Leandro Fernández Vivas.
El jazzista de zona oeste cumplió su sueño de tocar para su ídolo y recorrer medio mundo con su clarinete. Le resta solamente grabar un disco de clásicos con sus amigos.
De voz profunda y recuerdos brillantes, colmados de expresión y calidez, Tony Balver se plantó frente al micrófono de Castelar Digital y contó su vida, su obra y los secretos del jazz tocado desde el corazón.

Integró la última formación de Los Plateros, fue músico de Rafael Ivasanisky, de Daniel Riolobo y de Barry Moral, entre muchos otros entre los que destacan también el Chango Spasiuk y Luis Salinas. Dejó su huella y su impronta en el sonido del clarinete en cada banda en las que participó y al día de hoy sigue llevando su arte a los escenarios. Con más de 60 años de carrera, reconoce que sabe cuál es el secreto para poder interpretar de la mejor manera el “Maravilloso arte de la música”.

Su arte lo llevó a ser profesor de la escuela de música popular de la Municipalidad de Ituzaingó en los primeros años de independencia del partido vecino, y a ser director de la Banda Municipal del partido de La Matanza. Hoy sigue dando clases y presentándose todos los fines de semana.

De Antonio a Tony

El nacimiento de su nombre artístico es el resumen de su propia carrera profesional y del camino que las notas y los ritmos lo llevaron a recorres desde su Tucumán natal. Así lo relata el vecino: “empecé a estudiar de muy chiquito, tenia 6 años cuando en mi pueblo existía una banda pueblerina y una institución que tenía una banda, me mandaron a estudiar ahí. Desde los 6 a los 8 con el método del solfeo bajo el brazo, dando lección todos los días. Hoy está completamente capitalizado, porque tengo la ventaja de leer a simple vista. Ahí empecé estudiando. A los 8 años me llevaron a ver qué instrumento estudiaría. Primero pusieron en mis manos una flauta traversa, que no pude tocar porque tenía los dedos muy chiquitos. Después apareció un clarinete y tampoco, después me dieron un clarinete pequeño en Mi Bemol y empecé a estudiar con ese. Después cuando crecí, 10 años, ya empecé a estudiar el clarinete en Si Bemol”, rememoró de sus primeros años, pero fueron los sonidos en la distancia los que le dieron el impulso para crecer, aprender, profesionalizarse y viajar a encontrarse con su destino: “en mi pueblo no existía televisión, y eran pocas las casa que tenían radio. En mi casa había una radio a batería y venían los vecinos a escuchar a casa. Los sábados había un desfile de grandes bandas de jazz cuando estaba entrando el jazz a Argentina, era un desfile desde las 14 a las 22. Había una banda que me llamaba la atención porque tenían un saxofonista que tocaba el clarinete y le decían el ‘Mago del Clarinete’. Una banda de 20 personas, cinco saxos, cinco trompetas, trombones, piano batería, este señor también cantaba. La atención que más prestaba en esa banda era por el clarinete. Yo pensaba que mi clarinete era distinto al que tocaba este señor, pero no. A los años me enteré que era el mismo, pero este señor era profesional y yo aprendiz. Este señor se llamaba Barry Moral. Tenía una hermosa orquesta, era mi ídolo”.
 
“Cuando después pasé de mi pueblo a la capital de Tucumán a seguir estudiando, mis hermanos como yo había terminado el secundario en la escuela de comercio querían que estudiara para contador. No quise, fui un año a la universidad y no quise. Después mi hermano me consiguió un trabajo en un banco. Pero duré un mes ¡No sé si cobré el primer sueldo! A mi papá lo perdí muy de chiquito, así que mi hermano mayor me sentó y me preguntó qué quería ser. “Yo quiero ser músico” le respondí. “Si vas a vivir de eso, metete en la cabeza que vas a tener que estudiar”, me sentenció. Yo ya estaba estudiando en la Academia Provincial Lola Mora, después pasé a la Escuela de Música de la Universidad Nacional del Tucumán. Todavía en mi pueblo, en Ingenio La Trinidad, con el clarinete salí a trabajar profesionalmente a los 13 años… y no paré nunca más”.

La música lo llevó a recorrer escenarios y espacios artísticos de la capital tucumana, pero encontró su lugar en las radios. “Había tres emisoras radiales. Vos actuabas y te pagaban un sueldo mensual, yo estaba en las tres emisoras, con distintos grupos. Después abrió el Casino Provincial y tenía un restaurant con una orquesta grande, 18 músicos. Integraba también la orquesta de la Universidad de Tucumán, acompañábamos los números artísticos internacionales que cambiaban cada 10 o 15 días. Estaba en las emisoras, en el casino y en una confitería a la hora del té. Pero un día la sorprendí a mi esposa. Le dije que nos teníamos que mudar. Ya teníamos nuestra hija. Estábamos bien, económicamente también. Pero si estábamos tan bien, en algún momento se iba a terminar. Me vine a Buenos Aires. A través de la orquesta del casino había conocido músicos de Buenos Aires y decidí venirme primero solo. Terminé viviendo en una pensión de pleno centro. No tenía una moneda pero estaba bien ubicado”, rememoró.



“El primer trabajo fue tocando toda la noche es una cantina, en Uspallata y Labarden, en los años 65, más o menos. Uno de los dueños era un actor Juan Ricardo Bertelegni conocido también como `Semillita´. Me empecé a vincular y empecé a hacer cambios en los canales de televisión. Un día un estaba en canal nueve y apareció mi ídolo. Apareció Barry Moral y empezamos a charlar, le conté que de pibe empecé a estudiar escuchándolo a él, que terminó siendo mi ídolo. Entonces Barry Moral me invitó a integrar su orquesta”, sin proponérselo, Tony se sumó al grupo de músicos elegidos y seleccionados por su ídolo. Como si se tratara de un destino prescrito, comenzó a formar parte de aquellas bandas que había escuchado a miles de kilómetros en una pequeña radio en su casa materna.

“Barry era muy particular, muy meticuloso. Hablaba de una forma muy altruista… Él no me decía Tony, me decía Tomy; y tenía el concepto. ‘cuando tu estés parado en la parada del colectivo, del tren o en el subte, vos ya no estás en un escenario, pero la gente te ve y te tienen que identificar como que sos un músico de Barry Moral’. Tenía planillas individuales de cada uno de los músicos. Un día llama a ensayo y llego primero, él estaba en su escritorio y me dice: ‘estuve viendo que todos tienen que tener un seudónimo y tu no tienes. El tuyo va a ser Tony Balver. Tu nombre completo es Antonio Baltasar Vera, entonces Tony Balver’. Cuando grabé el disco de tangos me acordé de él y utilicé ese nombre”, relató emocionado. Así Antonio se transformó en Tony a medida que se transformaba profesionalmente en un par de su propio ídolo. Tony acompañó a Barry hasta el año 80. Poco tiempo después Raúl Alberto Morales Luque conocido artísticamente como Barry Moral falleció a los 70 años.

El barrio, el arte y los secretos

Ituzaingó se transformó en su hogar. Cuando la profesión y el trabajo le dieron la estabilidad para crecer en su nueva provincia trajo desde Tucumán a su familia para instalarse en el corazón del oeste del Conurbano. En 1965 compró la casa donde hoy vive en la ciudad vecina. Se reconoce ya como uno de los habitantes más antiguos del barrio. Recuerda las casas quintas, las calles de tierra y el crecimiento de toda la zona hasta transformarse en una ciudad. Fue ese mismo municipio el que lo invitó a formar parte del área de cultura municipal y de la Escuela Municipal de Música Popular de Ituzaingó. Si bien afirma que no volvería a ser funcionario, ya que asegura que cumplió su ciclo, reconoce que disfrutó servir a su barrio, a su patria chica, siempre ligado a la música. Pero su arte no se limitó al oeste del conurbano. Gracias a los canales de televisión, a su profesionalismo, y los amigos que iba creando en el medio llegó a tocar en lugares impensados: “Yo tengo la intención de todos los días salir a aprender. Soy un privilegiado por eso y siempre recalco, me identifico. Creo en Dios y todos los días agradezco a Dios el nuevo día y todo lo que me brinda. Pensá que yo después de caminar en los canales de televisión, estando en el 13, salí de gira con Rafael (Ivasanisky), con Daniel Riolobo, con la última formación de Los Plateros y con ellos me fui a Europa. Estuve tres años dando vueltas Europa y una corrida por Estados Unidos. Fue todo una cosa nueva para mi. Yo no estaba convencido de que era yo el que estaba en Europa. Todo son sorpresas. Conocer a Barry Moral, después estar en Europa. Tantas cosas que me deparó... Yo no digo la música, cuando voy a mencionar la palabra música antepongo “el maravilloso arte”. El maravilloso arte de la música me dio de todo. Me dio hasta la familia. Porque estos viajes, si no estas acompañado por la familia no podes hacerlos, no podes continuar. Yo pensé que estaba cumplido. Hay cosas que se me siguen dando, a Dios gracias sigo viajando. Estuve en Italia, Francia, España. En Italia conocí una abogada Venezolana, que también me abrió las puertas para ir a Venezuela. Fijate las sorpresas que me sigue dando. En Italia toqué en toda la zona de la Toscana, en Piarello, Luca, Venecia, Firense, hice toda la zona de la Toscana, me encantó porque fui una noche a tocar a un restaurant, arriba en la montaña y me indicaron un espacio vacío dentro de la montaña, como un pozo. Ahí todos los años lo arman como un teatro, ‘el teatro del silencio’ y hace un espectáculo en honor a su padre Andrea Boccelli. Con artistas de todo el mundo y lo hacen gratuito”, rememoró Balver, y completó, “Estuve tocando en la casa donde vivió y murió uno de los padres de la opera, Giacomo Puccini. Entonces cuando estás ahí tocando tango… imaginate que la mente te hace una traslación, pensas en el pueblito que dejaste, en los amigos, los parientes, la gente que te conoció ahí y ya no está. Te hace un cúmulo de cosas en la mente, y te preguntas: ¿Por qué estoy acá?”

Todos los domingos Tony se dedica a tocar para la comunidad italiana. Su arte y la continuidad sobre los escenarios lo llevó también a realizar el año pasado el circuito de los bares notables de la Ciudad de Buenos Aires junto con la oradora Elisa Vázquez. Además da clases y tiene decenas de alumnos en Castelar y alrededores.

“Me encanta escuchar todo tipo de música. Ocurre que yo soy tan curioso… a todos mis alumnos en la escuela, el conservatorio, los que tengo ahora particulares, les digo que escuchen todo tipo de música, cualquier tipo de música, pero que no se olviden de escuchar música clásica. Algo van a aprender, siempre queda algo de la música clásica. Yo hice distinto géneros, hice clásico, popular, jazz, blues, tango folklore. Y sigo haciendo eso. Por ejemplo en el disco que grabamos con los hermanos Villalba con la participación del Chango Spasiuk y Luis Salinas, todos los arreglos son míos. Y grabamos un tema de Spasiuk y Víctor Heredia, un chamamé melódico. ‘Solo para Ti’. Y el arreglo que hice le puse saxo contralto, saxo soprano, clarinete, bandoneón, guitarra y bajo con la voz. El chango me expresó esto, porque la única grabación que había de ese tema, era el Chango con Víctor Heredia y Mercedes Sosa: ‘che Tony me gusta más que lo que grabamos con Mercedes’. Pero es por la diversidad, no porque esté mejor”, explicó humilde.

Sus años de trayectoria lo llevaron a cumplir sus metas y sueños, a tocar con sus ídolos, a disfrutar de la fusión de instrumentos, estilos y épocas, a crear ensambles, integrar orquestas y viajar por el mundo. Con una carrera envidiable para cualquier otro músico par, Tony reconoce que le queda una meta: “quisiera lograr un disco, hacer una grabación, como la hizo Rubén Lobo, un gran amigo percusionista. El año pasado cuando nos juntamos me dijo que quería grabar un disco con buenos músicos y buenos amigos. Entonces me invitó a participar de ese disco y ya lo tenía todo pensado, todos los arreglos, pero no pude participar, tenía que ir a Venezuela. Me gustaría grabar un disco, con amigos, con todo de primera. Desde el sonidista, el técnico de sonido. Y rodeado de amigos”.

El Maravilloso arte de la música tiene sus secretos y Tony Balver lo conoce. Nombra músicos, colegas admirados, que también conocen ese secreto, el de la canción, los ritmos y los arreglos precisos. Un secreto que los músicos auténticos y de trayectoria conocen y guardan celosamente.

Entrevista y fotos: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Gabriel Colonna

Gabriel Colonna

Fotógrafo

Fotógrafo. Programador Web. Emprendedor.
Fundador y Director Ejecutivo de Castelar Digital.
Socio Fundador de GAMA Taller de Imagen.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

Leandro Fernández Vivas

Leandro Fernández Vivas

Periodista

Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

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