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Sociedad
28 May 2017

Caricias al Alma: "La risa cura todas las enfermedades"

Un grupo solidario de payasos visita todos los domingos a los pequeños pacientes del Hospital de Niños de San Justo. Amor, color y risas siempre detrás de una nariz roja. "Caricias al alma tiene el poder de cambiarte la vida", explicaron a Castelar Digital.
Los colores brotan en la cara de cada uno de ellos, maquillaje listo para la actuación. El vestuario está completo, incluida la simbólica nariz. Pelucas, gorros y zapatos desproporcionados. Flores, juguetes y siempre algún mimo. Las luces encendidas y el público expectante. El escenario es inmenso, de varios pisos y varias salas. Allí las sonrisas no se aguantan y se disparan aún antes de que comience la función. Los payasos están listos y como en cada domingo inician su trabajo con ruido, color y alegría. No hay telón, no hay iluminador ni nadie que se encargue de las entradas. El escenario es el Hospital de Niños de San Justo. Allí los payasos de Caricias al Alma darán su mejor presentación.

Son apenas un puñado de artistas que dedican aquel día de descanso para alegrar a los más pequeños, a los que más lo necesitan. Caricias al Alma es un grupo solidario de payasos de hospital que todos los domingos del año visitan el Hospital de Niños de San Justo. Allí no sólo actúan para conseguir sonrisas, también aportan donaciones, caricias y contención.

Ubicado en Ramón Carillo al 4300 se especializa en pediatría y brinda atención en todas las especialidades. Cuenta con internación, terapia intensiva y hasta quirófano, siempre atendiendo a menores. Desde mediados del año pasado la organización Caricias al Alma se presenta cada domingo para, cama por cama y habitación por habitación, brindar su mejor show: “Nosotros veníamos de otros grupos de payasos y de otro hospital, haciendo un trabajo distinto. Similar pero no cerca de lo que hacemos hoy. Teníamos otras ganas de hacer, diferente. Nos juntamos y decidimos hacer nuestro propio grupo de payasos”, explicó Claudia Bravo a Castelar Digital desde su casa en Ituzaingó, cuartel general de Caricias al Alma. Sucede que estos payasos de hospital no aplican solamente la risoterapia. Es conocida la labor de los Payamédicos, pero Caricias buscar llegar más allá en su servicio: además de la risa está la charla, el conocimiento, la cercanía y el cariño.

“Vemos unos 70 chicos o más, depende del fin de semana. Vamos a las 9.30 y estamos tres horas seguro, mientras que jugamos y repartimos las donaciones”, señaló Claudia. Cada domingo los pequeños pacientes del hospital esperan ansiosos la llegada de los payasos, es que muchos, quienes tienen los padecimientos más graves, pueden transcurrir varias semanas internados. Cada domingo los payasos entregan su tiempo para generar las sonrisas de los niños y sus familiares. “Algunos vamos preparados, cambiados o nos cambiamos allá. Vamos preparando los globos, los que llegan primero programan todo. Vamos repartiendo las donaciones y entramos en las salas de a dos o tres, vamos entrando en las habitaciones y se produce algo que llamamos magia, al visitar cada nene y poder darle su juguete, su ropita o lo que necesiten. Después cuesta salir del hospital, despedirse y volver a casa. Algunos nos quedamos con ganas de seguir jugando, es lo que nos pasa habitualmente, nos quedamos con ganas de seguir jugando” explicó Mariana, también payaso y miembro de Caricias, y continuó, “Se produce una magia. ‘Hola ¿Podemos entrar?’. Los nenes se desesperan con la mirada, con los gestos, es entrar a divertirse, a jugar. Hasta los padres se han prendido, nos pidieron un pikachu con un globo. No hacemos pikachus, ya nos van a salir. Para contentar a los padres… porque no era para el nene, el padre lo pidió para él”.

Caricias al Alma está integrado por siete payasos: Candela Macchione, Mariana Morbidoni, Vanina Villalba, Flavia Palacios, Lautaro Giménez Frez, Celeste Cristiano y Claudia Bravo. Algunos son de Moreno, otros de Ituzaingó, Castelar y Morón. Hoy, llegan a ser diez pero algunos miembros por problemas laborales debieron dejar el grupo. Sucede también que la organización exige un compromiso que no es fácil afrontar y todo radica en la necesidad de estar allí en el hospital todos los domingos ya que quienes los esperan son chicos y los necesitan: “Nosotros somos diez nada más porque cuando queremos buscar más gente explicamos que es un voluntariado, pero a medias. Porque el domingo los chicos te esperan, entonces no es voluntario ‘un día voy, otro no voy’. Van a asumir un compromiso que es enorme, lo primero que tienen que tener es responsabilidad por ese compromiso. Si no lo pueden asumir que no vengan, porque estamos realmente comprometidos con Caricias… Así seguimos siendo diez. Somos pocos, pero buenos”, resumió Claudia.

Como buenos payasos cada personaje tiene su nombre, independiente de quien lo interprete. Empero, están asignados en relación a la personalidad propia de cada uno de los miembros de Caricias. Así Celeste es la Doctora Pipistrela, Candela es doctora Canela Plaquetaria. Lautaro es Doctor Amor, Flavia es Doctora Bonita, Mariana  interpreta a Floripondia y Claudia a Doctora Pupilina Forte. Sólo le resta a Vanina bautizar a su payaso.

A diferencia del ideario general que construye al payaso con una gran sonrisa dibujada y el rostro blanco con altas cejas, los Caricias prefirieron apenas cubrir sus rostros con la significativa nariz y algún que otro accesorio: “no vamos pintadas, los chicos le tienen miedo a los payasos. Saben que somos payasos porque vamos de peluca y con la nariz. No sé por qué le tienen miedo, pero entonces para poder ingresar no nos pintamos. Eso nos hace diferentes, siempre escuchamos que los chicos no nos tienen miedo. Hay otros payasos que van y los nenes un poco se asustan. Nosotros pedimos permiso, tenemos muchas nenas que nos esperan ya con el tutú. Hay chicos que están mucho tiempo en el hospital. Hay una nena especial que se llama Mía Morena que nos espera, llegamos y está toda producida, es muy lindo. Ya saben que el domingo, cerca de la hora de la comida vamos a llegar”, destacó Vanina.

El trabajo en el hospital conlleva saber afrontar dolor y penas de quienes más las sufren, los niños. Historias y enfermedades siempre injustas. No obstante, cada payaso busca brindar lo mejor de sí para reconfortar a quien lo necesite y también para poder seguir con entusiasmo y compromiso para regresar el fin de semana siguiente: “desde los doce años me gustaba hacer este trabajo, iba a hospitales, hogares. Antes estábamos en otro grupo y nos mudamos para acá, llego a mi casa re contenta. A veces llegás emocionado por lo que pasa o lo que sucede en el hospital, pero cuando estoy triste o algo sé que ahí recargo las pilas. Y hago lo que me gusta que es estar con los chicos, si fuera por mí pasaría todo el día ahí. Porque amo lo que hago y por eso soy payaso de hospital”, explicó Flavia. El retorno a casa, quitarse la nariz colorada, no siempre es fácil. Las historias de cada paciente, el dolor de cada chico, también vuelve con ellos desde el hospital a sus casas: Claudia, Mariana y Celeste intentaron resumir como viven ese regreso: “hace un tiempo atrás teníamos una chica de 13 años que se quiso suicidar. Cuando entré a la habitación la conocí y la mamá nos contó que se había querido suicidar. Soy payaso pero me sale la madre en ese momento. Me senté a charlar y le pregunté: ¿Es tan difícil tu vida, tan difícil con 13 años? Empezamos a jugar… cuando llegué a mi casa me quedé con eso ¿Qué le pasó tan fuerte como para querer suicidarse? Es algo que no lo manejas, lo comentas con alguien, yo a mi marido. O necesito dormir para poder elaborar con lo que uno viene cargado.

Otros vienen en el auto cantando y bailando, también se van cargando diferente, muy pum para arriba. Bajamos en los semáforos a bailar. Un grado de locura tenemos, evidentemente. Cada uno tiene una manera diferente para salir de ahí”, reseñó Claudia. “Me puedo poner a bailar en la calle, o con los chicos sigo, tengo una energía que no la puedo bajar con nada. A veces quise decirles, paremos en el hospital de Morón y seguimos, o vamos al de Haedo y seguimos, gente grande, no importa, vamos”, ejemplificó Mariana. “Ingresamos jugando, con los chicos de la guardia, con el de seguridad de la entrada, con la policía, entramos jugando. Se llena el hospital de ruido, continuamente. Para Semana Santa no fuimos y la enfermera nos mandaba mensajes preguntando dónde estábamos porque había mucho silencio en el hospital”, completó Celeste.

A lo largo del año y hasta la fecha, Caricias al alma sólo ‘faltó’ a su cita de los domingos con los chicos en Semana Santa. No hubo Navidad, Año Nuevo ni cumpleaños que los frenaran, todos los domingos los chicos los esperan.


Desafío Despacito

Del otro lado de la cordillera existe otro grupo de Payasos de Hospital, los Clowntagiosos, quienes llevan adelante una labor muy similar a Caricias. Fueron ellos quienes tomando la canción de Luis Fonzi comenzaron lo que hoy se llama el Desafío Despacito. Consiste simplemente en bailar esta canción, crear una coreografía, para que pueda viralizarse y así se conozca el trabajo realizado por estos grupos solidarios. El video que más impactó fue aquel en donde los Clowntagiosos bailaron a través de un vidrio con una niña que a raíz del tratamiento que necesita está en una sala de aislamiento. La distancia y el cristal no impidieron que bailara con los payasos. Emocionados con esa experiencia Caricias se comunicó con el grupo chileno y recibió por sorpresa la invitación para sumarse al Desafío Despacito: “los saludé por ese video porque me había conmovido y le conté que pertenecía a Caricias al alma”, explicó Claudia, “se comunicó con nosotros este chico chileno, me dijo que estaba genial, que el amor estaba atravesando fronteras y quería proponernos a nosotros el Desafío de Despacito. ‘Pensálo’ me dijo, no tenía nada que pensar. ‘¿Querés consultarlo con tu grupo?’, me preguntó. No, sé que van a decir que sí. Así que nos sumamos”. La fecha elegida fue el sábado 29 y el escenario fue el frondoso Polideportivo Gorki Grana. A la coreografía se sumaron curiosos, vecinos, chicos de las escuelas cercanas y hasta el equipo de Deportivo Español que por esos momentos estaba entrenando en la cancha principal de parque. El video fue un éxito y se sumó a la propuesta iniciada en Chile.

El grupo solidario no se limita a las visitas del Hospital de Niños, su trabajo continúa también en la búsqueda y distribución de donaciones, tanto para los pequeños pacientes como también para dos comedores del partido de Moreno. “Uno está en Catonas, el otro en cuartel Quinto. El primero es un grupo de chicos, el más grande tiene 25 años, que buscan a sacar los chicos de la calle. Le dan deportes, la merienda y la idea es sacarlos de la calle, de todo lo que es el peligro de la droga, mucho embarazo adolescente. Los chicos están haciendo un trabajo enorme y divino, se llama Pintando Sueños, para ellos juntamos también, lo que ellos necesitan. El otro merendero lo manejan unas chicas de Castelar, ahí dan cerámica y otros talleres. Llevamos ropa, zapatos, pero ese está muy bien manejado por unas chicas de Castelar… el de Catonas necesita más”, explicó Claudia.

Los payasos tienen distintos métodos para conseguir las donaciones. Aseguran que Castelar es un pueblo muy solidario y por eso difunden las necesidades a través del grupo Vecinos de Castelar (espacio social) para obtener la respuesta de los habitantes, o bien en distintas escuelas de la zona como ser el colegio Nuestra Señora del Pilar o el Colegio Siglo XXI de Ituzaingó.

El trabajo que encaran desde hace un año es arduo pero tiene su recompensa, las sonrisas de los chicos no tiene precio calculable pero es la mejor paga que Caricias puede recibir. El objetivo cumplido radica en el buen momento, aunque sea por unas horas, que viven quienes más sufren, en el lugar que no quieren estar. “Caricias al Alma es una caricia al alma. Caricias al alma tiene el poder de cambiarte la vida. Te la cambia, completamente. Cada uno de los que entró tenía una vida. Hoy tiene otra totalmente diferente. Yo entré siendo una Claudia y ahora soy otra, con otros valores, otra vivencia, otra imagen de la vida. No tengo un día en que no me ría y es necesario. La risa cura muchísimas enfermedades y cura almas. Y nosotros somos una caricia”, finalizaron.

Durante el fin de semana del 27 de mayo Caricias al alma estará realizando una kermese solidaria en la Plaza Cumelén de Castelar, más conocida como la del vagón, donde habrá juegos, bufet, venta de artesanías, etc, con el fin de recaudar fondos para la construcción de una habitación para Alma, una niña internada en el Hospital de San Justo que por una afección pulmonar necesita que su domicilio esté lo suficientemente preparado para recibirla cuando le den el alta.

Para poder brindar donaciones, ayuda e interiorizarse en el trabajo realizado por Caricias en Facebook se los puede encontrar como  Caricias al Alma – Payasos de Hospital.


Entrevista, redacción y fotos: Leandro Fernandez Vivas

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